Sopa de acelgas

Siempre que compro acelgas me sucede lo mismo, lo pienso mucho hasta que me decido a guisarlas. Sería muy fácil, hacerlo como toda la vida, es decir cocer las acelgas con una patata, rehogarlas, con un sofrito de ajo y pimentón, y ya están. Pero no, a mi no me gustan las acelgas, por muchas vueltas que las de, no me gustan, pero la disciplina es la disciplina y aunque me sigan sabiendo a forraje hay que dar ejemplo a la familia, sobre todo si hay niños, aunque éste ya no sea mi caso.

Elaboración:

Como las acelgas ya están lavadas y cortadas, sólo tenemos que sacarlas del paquete y si son demasiado grandes las troceamos un poco.

Pelamos y cortamos las patatas en cuadraditos no demasiado grandes.

Ponemos una cazuela al fuego y sofreímos el bacón con el ajo partido muy menudo. A continuación incorporamos las patatas, y dejamos sofreír unos diez minutos. Echamos las espinacas y sofreímos 5 minutos más. Echamos la cucharada de pimentón, retirando la cazuela del fuego y a continuación la cucharada de vinagre. Volvemos al fuego y  lo dejamos un poco más.

Con el caldo que hayáis elegido, que ya lo tendremos caliente, cubrimos las acelgas y dejamos hervir todo junto hasta que su ternura nos conmueva, momento de apartarlas del fuego y dejarlas reposar unos minutillos, para llevarlas a la mesa, calentitas pero no volcánicas, como diría mi hija pequeña.

Ya están hechas, unas acelgas para los que no gustan de ellas, y de rechupete para los que las disfrutan. Tiene que haber gustos para todos.

Sugerencias útiles:

Podéis quitar y poner lo que queráis, pero sofreír las lonchas de bacón y con la grasa resultante hacer lo mismo con todo lo demás, de eso no se puede prescindir, ahí está el alma de esta sopa.

El pimentón que sea de la Vera, su sabor ahumado, da un toque a cualquier plato que lo lleve, y lo mismo ocurre con el vinagre, este último sin pasarse, sólo es para realzar el sabor.

Y recordad que es una sopa, caldosita por favor.