Solomillo ibérico en salsa de zanahorias y mostaza

En este caso el solomillo no era ibérico sino de cerdo Duroc, una raza procedente USA y que se está abriendo camino poco a poco entre nosotros. Es una fusión entre dos razas americanas, de cuyo nombre, no es que no quiera acordarme, es que no me acuerdo y como eso no es relevante para la receta, la damos igualmente la bienvenida, aunque no la necesite debido al tiempo que lleva entre nosotros, y todos tan contentos.

Elaboración:

Quitamos una parte de las grasas que pueda tener la carne, la salpimentamos y reservamos.

Ponemos una plancha o sartén al fuego, donde nos quepa el solomillo entero, cuando está bien caliente, pincelamos el fondo con un poco de aceite y pasamos el solomillo procurando que nos quede dorado por todas partes, lo sacamos a un plato y dejamos que se enfríe.

Picamos la cebolla y zanahorias en juliana lo más finas posible y las rehogamos en una sartén con un fondo de aceite y un poco de sal, añadimos 1 o 2 cucharadas de mantequilla. Hacemos todo esto a fuego muy suave.

Ponemos en el mortero los ajos y el perejil y los machacamos hasta que nos queden hechos una pasta que diluimos con el vino. Echamos este majado a la sartén y dejamos que siga haciéndose.

Añadimos la mostaza de Dijón poco a poco y vamos probando hasta conseguir un sabor que sea de nuestro agrado, si está demasiado espeso añadimos un poco de caldo o agua y dejamos que siga cociendo.

Como la carne ya estará fría, la cortamos en rodajas a nuestro gusto. El jugo que ha soltado mientras se enfriaba, lo echamos a la sartén con el resto de los ingredientes.

Una vez que el sofrito esté bien hecho, lo pasamos por la minipimer y dejamos una salsa bien fina, si nos gusta podemos colarla.

Volvemos con la salsa ya colada a la sartén y cuando empiece a cocer pasamos los medallones de solomillo por la misma sin dejarlos que cuezan más de 1 minuto, los vamos sacando a una fuente, los rociamos con un poco de la salsa y listos.