Pestorejo extremeño 

Es una verdadera lástima que en las casas no dispongamos de cocinas de leña, porque si hay un plato que necesite unas buenas brasas, sin duda alguna es éste, el pestorejo.

Lo comí por primera vez, allá por el año 2013, en una escapada que hicimos a Mérida para ver su Festival de Teatro Clásico, y desde entonces para acá es un plato que siempre pedimos. No sé cómo hay personas que mantienen que en Extremadura no se come bien, creo que conozco bien el terreno, no en balde mi Chico es de la zona y desde el  ajoblanco, gazpachos, sopas de tomate, pasando por las calderetas, el conejo, cabrito etc., sin olvidar los andares del cerdo, sus jamones, embutidos, nunca he comido mal. Aunque la fama se la lleven otros.

La preparación original se hace con careta, morro, papada, pancetas, etc., son piezas que encuentran con facilidad, pero debido a la cantidad de grasa que nos aportan, es preferible cambiar por otras más magras, por lo que en este caso las he sustituido por lagarto, una pieza muy jugosa y un poco menos grasa. Pero si disponéis de una buenas brasas, no lo penséis dos veces y, si vuestro cuerpo lo admite, acudid a las piezas originales.  Lo que si echa de menos son las brasas, pero como dicen los soldados: en peores garitas hemos hecho guardia.

Este plato me gusta mantenerlo en la plancha mientras comemos,  porque al ser piezas con grasa se mantienen calientes más tiempo y se digieren mucho mejor.

Ingredientes para 4 personas:

  • 6 lonchas de lagarto de cerdo ibérico (Aprox. 1/2 kilo)
  • 1 pimiento verde 
  • 1 pimiento rojo
  • 1/2 cebolla hermosa
  • 3 patatas medianas
  • Aceite, sal y pimienta recién molida

Elaboración:

Como no tenemos brasas, es imprescindible que pongamos el horno a 180ºC., con aire, si lo tiene, y calor arriba y abajo.

Partimos el lagarto en trozos, como si fueran torreznos, lo salpimentamos y reservamos. 

Ponemos al fuego una sartén amplia, donde nos quepa toda la carne de una vez, pincelando el fondo con un poco de aceite (o manteca de cerdo), solo para que al principio no se pegue la carne. Una vez que la sartén esté  muy caliente echamos los trozos de carne y los distribuimos bien, damos a la carne una cuantas vueltas hasta que estén un poco dorados y a continuación bajamos el fuego, tapamos la sartén  y dejamos que sude. Con un palillo podemos comprobar cuando la carne se va ablandando.

Cocemos las patatas sin pelar durante 15 minutos aproximadamente (acabarán de hacerse en el horno). Una vez cocidas las partimos en bastones o de la forma que más nos guste, peladas o sin pelar, tened en cuenta que es una comida de pastores y que la piel de la patata limpia y asada está muy rica. Las salpimentamos y echamos un poco de aceite. Las colocamos en la plancha a nuestro gusto.

Partimos los pimientos en bastones y salteamos a fuego fuerte en una sartén con un poco de aceite, sin dejar de mover. Cuando veamos que están medio hechos los sacamos a la plancha.

A estas alturas ya tenemos la carne casi hecha, así como los pimientos y las patatas, lo metemos en el horno y lo dejamos en la parte baja del mismo durante unos 20 minutos, pero vigilando. Cada horno es un mundo y por eso funcionan a su aire, nunca mejor dicho.

Una vez hecho el guiso os dará la tentación de preparar una salsa, yo no lo hago, con el jugo que sueltan todos los ingredientes, es más que suficiente para darte una "jartá de pan mojao" que dice mi extremeño particular.

Sugerencias útiles:

Las cantidades de aceite empleadas son muy bajas, hay que tener en cuenta que la carne va a soltar su grasa. Esta grasa, junto con el jugo de los pimientos que quede en la sartén la echamos por encima del guiso un momento antes de sacarlo de horno. No hace falta mas salsa.