Falda de lechazo al ajillo
Para no morir de aburrimiento en estos días, yo os sugiero que entréis un ratito en la cocina, el tiempo justo para tampoco morir de hambre. Siempre lo he dicho en la cocina podemos poner en marcha nuestra imaginación, podemos pensar, aunque a veces es mejor que no lo hagamos, hacemos vídeo conferencias con la familia mientras guisamos, y todo lo que se nos ocurra.
Probad que ya veréis como da resultados.
Ingredientes para 2 personas:
- La falda de 1/2 lechazo, 750grs. aproximadamente
- 1/2 cabeza de ajos
- 1 ramillete de perejil
- 1 vasito de vino blanco
- Aceite de oliva, pimienta recién molida y sal fina
- Para la guarnición 2 patatas medianas
Elaboración:
Lavamos las patatas y las ponemos a cocer enteras en un cazo que las cubra bien de agua con un puñado de sal. Con 10 o 15 minutos de cocción será suficiente, las dejamos enfriar, y que esperen un poco hasta que las llegue el turno.
Pelamos los ajos y los ponemos en el vaso de la minipimer con un puñado de perejil, mejor fresco, el seco es muy insípido y aquí necesitamos alegría, añadimos un par de cucharadas de aceite y un poco de sal, lo batimos todo muy bien hasta hacer una masa. También pasa a la reserva.
La falda del lechazo, mejor que os la parta el carnicero en trozos de un tamaño similar, si no es así, porque a lo mejor es un poco borde, armaos de un buen cuchillo y manos a la obra. Una vez partida la salpimentáis, y a la reserva.
Con todo o casi todo preparado, porque nos faltan las patatas no lo olvidéis, ponemos una sartén grande al fuego con un fondo de aceite, donde os quepan todos los trozos para que se hagan al mismo tiempo, si esto no es posible lo hacéis en dos o tres tandas. No os vayáis a quedar sin comer por una nimiedad.
Cuando el aceite esté ligeramente caliente (si está muy caliente os va a saltar como demonios) echáis los trozos de la carne para que se vayan friendo, es el momento de subir la temperatura y a un fuego vivo que se vaya haciendo el lechazo.
Mientras tanto pelamos las patatas, que al estar medio cocidas no pondrán mucha resistencia, una vez peladas las partimos de la forma que más os gusten, las ponemos sal y las freímos, en freidora o en una sartén con abundante aceite. Al estar medio cocidas el tiempo de fritura será inferior y os quedarán bien tiesecitas, o no, porque hay veces que las patatas deciden no enderezarse, motivo por el cual, yo las hago a cuadritos y si no se ponen tiesas, al menos no se nota que están mustias.
Bueno, pues ya tenemos el lechazo frito y las patatas también, ahora llega el ajillo que da nombre al plato, y aquí sí necesitamos una sartén grande, si no la tenéis, a cambio de un pinchito, os la puede dejar la vecina, claro que esto lo podíamos haber hecho desde el principio, pero bueno, vosotros mismos.
Mezclamos en la misma sartén el conejo y las patatas, por este orden para que las patatas no se rompan, y repartimos por encima la picada de ajo y perejil, para que se mezcle mejor, moved la sartén sobre la placa, si metemos una cuchara corremos el riesgo de que las patatas se deshagan, Rociamos todo ello con un vaso de vino blanco, lo dejamos al fuego suave y en pocos minutos, dos o tres, con el alcohol ya evaporado, procedemos a sacarlo a una fuente, a mi me gusta hacerlo por separado, pero eso es al gusto de cada uno.
Es un plato muy fácil y rápido, si le quitáis toda la paja que la inspiración me ha sugerido, se queda en muy poca cosa: patatas fritas, cordero frito, ajitos machacados, un poco de vino y a comer.
¿Lo véis? ya os lo decía.