Albóndigas en salsa amarilla
Receta de mi madre y mi primer guiso. No fue la primera vez que entré en la cocina, que ya tenía yo alguna experiencia en recetas menores, pero si la primera que abordaba una comida para la familia, y todo por culpa de Albertito, que aún no había nacido pero ya se hacía notar.
Es una receta sencilla, pero cuando te enfrentas a ella por primera vez y con poca experiencia......., bueno había que comer y mi madre había cogido manía prepartum a la chica que en aquel momento trabajaba en casa. Yo que llegaba de la Normal y nadie me había contado que "VENÍA LA CIGÜEÑA", qué menos que eso ¿no?, que ya tenía 15 años, tuve que ponerme manos a la obra, no salió mal, y con el tiempo es un plato clásico en mi mesa.
Hace muy poquito, me he enterado de que Raquel, no come albóndigas que no sean "amarillas".
Ingredientes 4/6 personas
- 3/4 kg de carne picada de ternera
- ¼ Kilo de carne picada
de magro cerdo
- 1 tacita de las de
desayuno de miga de (o pan rallado)
mojada en leche y escurrida
- 4 ó 5 cucharadas de
harina para rebozar las albóndigas y para la salsa.
- 1 huevo
- 1/2 vasito de vino
blanco, o cerveza
- ½ cebolla
- 1 pastilla de caldo
- Un poco de colorante amarillo, esto no puede faltar, de lo contrario Raquel no come
- 1 ajo, perejil,
aceite, sal y pimienta
Elaboración:
Lo primero que haremos será poner la miga de pan en un bol con un poco de leche para que empape, no importa poner leche de más ya que la aprovecharemos para la salsa.
Picamos la cebolla muy fina
Pelamos un ajo y junto con un poco de perejil lo machacamos en el mortero, añadiendo después el vino blanco o la cerveza.
Batimos un huevo.
Ponemos en un plato la harina que utilizaremos para rebozar.
En un bol grande, ponemos la carne picada y la amasamos, para que se mezclen bien los dos tipos de carne, salpimentamos, añadimos la miga de pan escurrida y el huevo batido, seguimos amasando bien, hasta que todo esté perfectamente mezclado. Hacemos tantas pelotillas como nos salgan, procurando que sean todas de un tamaño similar, las rebozamos en harina y las vamos reservando encima de la tabla hasta el momento de freírlas.
Calentamos una sartén con aceite suficiente para freír las albóndigas, y las echamos en pequeñas cantidades para que el aceite no se enfríe, no es necesario que las friamos en exceso, ya que terminaran de hacerse en la salsa. Una vez selladas las sacamos a un plato y reservamos.
En una cazuela donde quepan todas, ponemos un fondo de aceite a fuego medio y pochamos la cebolla a fuego muy lento para que no se queme, echamos 1 cucharada sopera de harina y cuando esté frita incorporamos el ajo y el perejil machacados con el vino blanco, cuando ha evaporado el alcohol incorporamos 2 vasos de agua o caldo, si es agua, a mi me da muy buen resultado añadir una pastilla de caldo. Llegados a este punto que no se nos olvide el condimento amarillo, que no quiero cambiar el nombre a la receta. Esta salsa debe tener cuerpo, pero sin que sea espesa, añadimos la leche (colada) que haya sobrado de mojar el pan y las albóndigas, dejamos que cueza muy lentamente hasta que estén cocidas 5/8 minutos, retiramos del fuego, y mientras reposan nos comemos la sopa y a disfrutar.
La podemos acompañar con una patatas fritas o una ensalada, y si nos sentimos especialmente desfallecidos ambas.
En casa estas albóndigas las comemos como si fueran pipas.
NOTA.- Las podemos hacer igual con tomate, o cualquier otra salsa, pero en mi casa AMARILLAS.
Hay quien pone en la carne una picada de ajo y perejil, en casa no nos gustan, todos coincidimos en que con esos condimentos nos repiten.
Es importante para que salgan jugosas:
No freírlas en exceso
El pan del amasado no se debe escurrir demasiado.
En cuanto a la salsa, hemos de procurar que sea muy fina, para que haga honor a su nombre, veluté, o lo que es lo mismo aterciopelada.